Aquí estoy, despierta desde hace casi una hora, con la calma de una mañana de domingo de verano. Ya no podía dormir más, me han despertado los pajaritos y la luz que entra por el balcón, a pesar de la cortina naranja que da color a mi habitación. Es ese momento del fin de semana que más disfruto, cuando se respira tranquilidad, y especialmente en verano donde se nota, al menos por aquí, la ciudad muy vacía y por lo tanto, menos tráfico. Aprovecho y desayuno sin prisas, mientras siento el aire fresquito de la mañana y la luz del sol. Debo decir que esta hora del día me encanta y si por la ventana pudiera ver un paisaje de montaña, sería ya lo máximo. Así que cierro los ojos y me imagino que estoy, por ejemplo, en la Cerdanya donde están ahora mismo mis sobrinos pasando el verano. Visualizo las fotografías que me han enviado, el whatsapp puede hacernos la vida más fácil ciertamente, y me traslado con la mente allí mismo, con los Pirineos como telón de fondo, ampliando el horizonte.
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