martes, 31 de agosto de 2010

En cuántas fotos habéis salido?

Ahora que las vacaciones están a punto de acabar, seguramente que habréis hecho fotos de allí donde habéis estado, ya sea aquí o en la otra parte del mundo. Unas cuantas fotos, muchas o quizás, aunque no lo queráis reconocer, muchísimas. Podríamos decir ... miles? Con las nuevas cámaras digitales, por no hablar de los móviles, el hacer fotos en todas partes y en cualquier ocasión, se ha convertido en un hecho bastante corriente. Todo el mundo hace fotos!! Y lo que es mejor todavía, no hace falta que nos preocupemos de si "se gasta el carrete" porque con las cámaras de ahora, puedes ir haciendo fotos y más fotos, que, mientras quede memoria en la tarjeta, da igual haber hecho 20 fotos más o menos iguales de la Estatua de la Libertad o de un atardecer en unas islas paradisíacas.
Querer captar el momento, el instante, es algo que desde siempre ha querido el ser humano. Primero en forma de pintura y más tarde, con el invento de la fotografía, fotografiando para dejar constancia de todo aquello que pasa o de los momentos importantes para que no se borren de la memoria. Actualmente, en la era de la imagen, los medios y el acceso a ellos por parte de la población, para capturar imágenes, se han multiplicado. Por todas partes se pueden ver cámaras, móviles, cámaras de videovigilancia, televisiones, ordenadores, cámaras de cine, que pueden captar nuestra imagen en tiempo real. Aquí ya entraría la parte de fisgoneo y voyerisme que es el hecho de fotografiar sin que el otro se dé cuenta de ello. En la Tate Gallery de Londres, hay una exposición al respecto, hasta el 3 de octubre de este año.
Y yo me pregunto, en cuántas fotos de otras personas hemos salido cada uno de nosotros, sin desearlo? Ya sabéis, cuándo alguien hace una foto y estamos al lado, detrás o delante de aquello que fotografia y se nos lleva a casa, cómo si fuésemos un recuerdo más  de sus vacaciones...

sábado, 28 de agosto de 2010

Do you speak English?

Este mediodía he ido a tomar una clara en la terraza que hay en la plaza Lesseps. Es una terraza que siempre está abierta -nunca cierran por vacaciones- y por su ubicación, siempre está llena de turistas que hacen una parada entre el Parque Güell y su próximo destino en sus rutas por Barcelona.
Hoy, estaba rodeada de unos alemanes que comían pizza y cerveza, unos italianos con platos combinados y de otros guiris, la nacionalidad de los cuales, no he podido averiguar, pues estaban lejos. Unos minutos después de sentarme, ha venido un grupo de chinos, tres chicas, un chico y otra chica occidental. He deducido, no me preguntéis cómo, que eran de EEUU. Cuando se han sentado, le han pedido la carta al camarero, un simpático y avispado pakistaní. Hace meses que trabaja en este bar y hace verdaderos esfuerzos por entenderte. Les ha preguntado, "Para comer"? Y todos se han quedado un poco parados, mirándose, al no entender la pregunta. El chico, que parecía el que más español entendía, ha dicho que sí. Mientras el camarero ha ido a buscar las cartas, ellos se han reído mientras decían que hubiera sido más fácil preguntarle si hablaba inglés. Una vez leídas las cartas y cuándo el camarero tomaba nota, yo estaba pendiente de lo que iban a pedir para comer. Un "pincho moruno" y "paela valenciana". En cuánto he oído la palabra mágica, he pensado "Nooooo, paella nooo, que es del Paellador!!! sonriendo al pensar que querían probar una comida "typical spanish". Pero nada, ellos no tienen por qué saber que la "paela" necesita mucho tiempo y que la que se iban a comer, era precongelada.
Otra cuestión es esta necesidad? exigencia? no sé como decirlo, de que aquí todo el mundo sepa inglés. Parece que los conocimientos de inglés junto con más profesionalidad, son las cosas que más echan de menos, en el sector de la restauración, los turistas que nos visitan. La verdad es que, siendo uno de los destinos turísticos más importantes del mundo, sí que se tendría que hacer un esfuerzo, ni que sea hablarlo más o menos. Y es que, nos guste o no, con el inglés puedes ir a cualquier sitio!

jueves, 26 de agosto de 2010

martes, 24 de agosto de 2010

Con la presión por los suelos

Desde hace unos días que ha vuelto el calor fuerte por estas latitudes. Hace tanto calor, que el pasado domingo, después de ir a la playa, me encontré mal, muy mareada. Me estiré, en un banco, un rato, bebiendo agua y comiendo una pera y se me pasó. Ayer, otra vez. Volviendo a casa con una amiga por Passeig de Gràcia, se me empezó a nublar la vista y pensaba que me caía al suelo.
Nos tuvimos que sentar a tomar algo porque no me aguantaba de pie. Mientras me abanicaba con su abanico, comprado en un viaje que hizo en la China, nos reíamos porque parecía una abueleta de esas tan entrañables, pasando el calor en la plaza del pueblo.
Y ahora, pues aquí estoy, en la cama, sin ganas de hacer nada y otra vez, con la presión por el suelo. Ya esta mañana no me encontraba bien y he hecho un esfuerzo titánico por ir al trabajo. Cuando he salido, creía que no podía más y he tenido que ir a la farmacia porque ya no era normal y el resultado ha estado de 9-5. Ahora toca continuar bebiendo mucho agua y alimentos salados. Mañana, seguramente, estaré mejor.

lunes, 23 de agosto de 2010

Apagad la música, por favor!

Que no podríamos vivir sin música, yo creo que estamos todos de acuerdo.Que, afortunadamente, la música está presente en nuestras vidas de manera constante, también es un hecho constatable. Ahora, lo que ya no puedo soportar más, es que por todos lados y a todas horas, tenga que haber música. El tener la música puesta o la radio, se ha convertido en lo normal en cualquier establecimiento que vayas. Los especialistas en marketing saben muy bien que una musiquita de fondo, ayuda a que el cliente consuma más y más deprisa. Y sí, es verdad que, según qué tipo de trabajo se haga, la música "acompaña". Lo que ya no puedo entender, es esta manía de la música a todo volumen, que parece que entres en una discoteca de lo más "petarda". Esto es muy frecuente, sobre todo en tiendas de ropa. Hay una en Passeig de Gràcia, que debe tener contentos a los vecinos, ya que se oye casi desde el otro lado de la calle. Porque, eso sí, me quejo de la música estridente, de la que no te deja ni pensar - de eso se trata- ni estar a gusto. Si es que incluso en una pequeño horno me he encontrado que tienen reaggeton a todo trapo!. Esto es insostenible. Creo que estresa, todavía más, al urbanita medio. Este verano me he fijado en los sitios más turísticos de la ciudad y en todos tenían música a un volumen tal, que mantener una conversación era casi imposible. Por ejemplo, las famosas Golondrinas del puerto, realmente es necesario tener que hacer una paseo por el mar -con la oportunidad de dejar la ruidosa ciudad por momentos- con una música que desentona totalmente con el paisaje?
Recuerdo estar cenando con mi ex en un restaurante mejicano, con la música a un volumen tan alto que ni nos oíamos. Cuando pedí, muy educadamente, si la podían bajar, me dijeron que no, que estaba "hecho así". Así? así para quién? Para mí no, por supuesto, que no he vuelto nunca más.


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sábado, 21 de agosto de 2010

Qué os parece mi blog?

No, no hace falta que me contestéis. De hecho, sea favorable o no la respuesta, continuaré escribiendo. Acepto, eso sí, sugerencias. Podría haber hecho la pregunta de otra manera, como "Os gusta?" Y eso, ya lo cambia todo. Con este tipo de pregunta, implícitamente, estoy buscando la aprobación. ¿En cambio si digo algo como "Qué os parece?" dejo abierta la posibilidad de que sea que si o que no.

Buscar la aprobación es algo que todos hacemos. Continuamente, hacemos lo imposible para ser aceptados. Eso es muy frecuente, sobre todo en la infancia. A medida que nos hacemos mayores aprendemos que, no siempre lo que hacemos o decimos será bien visto por los demás. Y no por eso, se nos deja de querer o valorar como persona.
A todos nos gusta gustar y lo hacemos de manera natural. Ahora, buscar la aprobación continuamente y de todo el mundo, no sólo es una pérdida de tiempo, sino que además, es imposible.

Otra explicación es, en mi opinión, que siempre buscamos la parte positiva de las cosas. Por eso, tendemos a preguntar -y a hacer afirmaciones- en positivo, que no de en negativo o de manera neutra. Quién no ha preguntado, al enseñar una cosa nueva, "Te gusta?" No se nos ocurre decir "A que no te gusta"? Así que, ya sabéis, os guste o no, podéis decir la vuestra!


viernes, 20 de agosto de 2010

Atardecer en Barcelona

El azul del cielo, los suaves tonos del horizonte, el remor de las olas,...invitan a dejarse llevar, a que los pensamientos vuelen más allá de los sueños.

jueves, 19 de agosto de 2010

Niño, no llores!

El pasado mes de junio escuché la entrevista que le hacían a Jordi Pujol con ocasión de su 80º cumpleaños. Explicaba, entre otros tantas cosas de su infancia, que le educaron en la "contención emocional" y que una de las frases que más escuchó fue "Nen, no ploris"! ("Niño, no llores!") Eso me hizo reflexionar sobre el hecho de tener que esconder las emociones. Quién más, quien menos, también ha oído en su infancia- y quizás también de adultos- esta frase. Y yo me digo, y por qué no llorar? Qué hay de malo en el hecho de mostrar que estamos tristes o felices, que tenemos algo dentro que nos hace estar así y que esta manera de expresarlo nos aligera (aunque recientes estudios de la Universidad de Florida y de Holanda han descubierto que no ayuda tanto).
Desde pequeños, nos han enseñado que llorar, sobre todo si estamos tristes, es un signo de debilidad (sobretodo para los hombres). Y así, crecemos pensando que tenemos que esconder nuestras emociones y que mostrarlas no es adecuado. Muchas veces, nos incomoda que alguien llore delante nuestro. No nos han educado para eso.
Aunque la educación en el control de las emociones es necesaria para vivir en sociedad, la educación emocional lo es igualmente e incluso, es deseable. Poder identificar nuestras propias emociones y saber por qué nos sentimos así, nos ayuda a saber vivir con éstas y solucionar los conflictos que podamos tener. Sin embargo, nos facilita poder conectar con los otros y mostrar empatía. Lo que ya no es tan saludable, es el hecho de no poder mostrarlas. De alguna manera se tienen que poder expresar, ya que si se quedan dentro, pueden ser fuente de ansiedad o enfermedades. Una de las maneras de canalizar las emociones, es a través del arte. Cuántos artistas no han hecho, sino, de su obra la plasmación de algo más profundo que la obra en sí. De una intensidad emocional que no pudieron o no quisieron, mostrado de otra manera. (Salvando las distancias con los grandes artistas- aunque quizás alguno de ellos lo será- cuando mis sobrinos me regalan un dibujo, siempre pienso que me quieren "decir" alguna cosa).
Yo soy partidaria- y siempre que tengo ocasión lo practico- de dejar que la gente llore, que se desahogue, pues uno se queda más relajado, se saca un peso de sobre. Y después, dejo que me expliquen por qué se sienten así.

jueves, 12 de agosto de 2010

El sitio ideal para escribir

Ayer por la tarde, al salir del trabajo, exactamente a las 18.50, busqué un sitio dónde ir a escribir. Quería ir a un bar que había visto hacía tiempo, por fuera, cerca de Jaume I. Al ver que era un bar de mojitos y caipirinhas, no me quedé, pues no creí que fuera el ambiente más adecuado para concentrarme. Otra ocpión era ir a la biblioteca y como está cerrada, cogí los ferrocatas para ir a casa. Paré en Gràcia y me acerqué a mi bar preferido. Lo descubrí hace tiempo y siempre que busco un sitio tranquilo y acogedor, me llego hasta allí. El ambiente es tranquilo, hay sofás, conexión wi-fi y te puedes estar horas, escribiendo o leyendo, que nadie vendrá a decirte nada (es decir, a echarte). A todo el mundo que le he llevado, le ha encantado y ha vuelto. Para no ser menos, también ellos han cerrado por vacaciones, así que no me quedó más remedio que ir a la Jaume Fuster un ratito.

Ahora mismo (se entiende, cuando he escrito esto esta mañana) estoy escribiendo en la plaza Molina, en una de las terrazas que tiene orientada al sur, con todo el sol del mediodía dando de pleno. Está vacía, sobretodo la parte en la que toca el sol (la de la foto) que es donde me he sentado. En la parte de sombra hay cuatro mesas ocupadas. Hay un ambiente de agosto total. Poco tráfico y muy poca gente pasando. Casi todas las tiendas cerradas. Esta terraza me gusta porque, a pesar de estar en una plaza normalmente muy transitada, queda rodeada por un seto que la protege del ir y venir de la gente que sale de los ferrocarriles. 
Se podría pensar que uno puede escriure en cualquier sitio. Yo no soy así. Por una parte, me gustan los sitios acogedores, los que invitan a que las ideas fluyan solas. Por otra parte, el sitio me influye, y mucho, porque escribo con un estado emocional u otro. No me salen las mismas palabras en una biblioteca que me gusta, en la cama por la noche, tomándome un café por la mañana, al mediodía bebiendo una clara o en el balcón de casa cuando hay luna llena.
Supongo que en esto, también soy selectiva.

martes, 10 de agosto de 2010

lunes, 9 de agosto de 2010

Empezar bien la semana

Hoy, a pesar de haber empezado el día, por haber dormido poco y mal, como el tiempo- raro y gris- ha acabado bien, igual que el sol ha resplandecido durante todo el día. Me doy cuenta de que a veces, no hay que fingir si tienes un día así. Simplemente, has de mostrar que el hecho de no estar tan habladora y divertida como siempre, no hace que no sigas siendo tu misma. Y que, incluso en las conversaciones más banales, puedas decir las frases más profundas, dejando a todos un poco descolocados. Pero ya se van acostumbrando.
Un par de horitas hablando medio en inglés, medio en castellano, siempre hacen que mi mente'piense' de otra manera. Y esto es bueno. Es muy bueno. Las conversaciones estimulantes, son un bálsamo para mi imaginativa mente, que no para nunca. Nada me gusta más que conocer a los demás a través de sus conversaciones, de sus palabras, de sus miradas, de sus gestos.
(En la foto: cartel de una terraza de la calle Carme con Dr. Dou, en Barcelona)

domingo, 8 de agosto de 2010

Barceloneta: playa urbana

Las ventajas de vivir en una ciudad en la que, en 20’ desde casa te llegas a la playa, es que, te levantas un domingo, no localizas a la amiga con la que habías medio quedado y decides irte tú sola. Con lo imprescindible en la bolsa -esto es, la T-10, llaves, crema solar, 4 €, kleenex, un libro, agua con limón y una pieza de fruta - bajo hasta Drassanes y de allí, andando hasta la Barceloneta. Con todo el encanto del barrio de la Barceloneta, la Barcelona turística ha convertido la playa en un espacio de lo más particular. Para los que no la conozcáis, deciros que es la playa urbana, super cool, que tenemos en esta mediterránea ciudad. Llena de chiringuitos, que por lo que sé, es tipycal spanish, con música y un ambiente que pretende emular esos chill out rollo Ibiza, y que tanto molestan cuando uno va a relajarse a la playa. Otra característica de esta playa urbana, es el zoco en el que, con el paso de los años, se ha convertido. Recuerdo cuando iba, hace muchos años y había quién te ofrecía agua, coca-cola y patatas, como mucho. Ahora, no falta de casi nada. Los famosos lateros con su tonillo “Coca-cola, cerveza, agua, Fanta, beer”, los que te ofrecen pareos (he de reconocer que hace años le compré uno muy mono a unas gitanillas), los que te quieren hacer un tatuaje (de hena, esos sí. No vaya a ser que la canícula te haga perder la cabeza y luego te arrepientas), las que te quieren hacer unas trencitas, las masajistas chinas que por, creo 5-10€, le pegan un viaje a tu espalda y piernas. Dudo que ninguna tenga el título homologado y si tenéis algo serio, os recomiendo buscar a un fisioterapeuta titulado. En fin, que si vais a esta playa en busca de paz y relax, tendréis que hacer un esfuerzo y abstraeros con el sonido de las olas del mar. Ah! Y por si acaso, no dejéis vuestras pertenencias sin vigilancia. Por desgracia, una ciudad tan turística como Barcelona también hace que muchos vuelvan a casa, con un mal recuerdo.Pero bueno, no todo va a ser negativo. El contacto con el mar, la brisa marina, la arena, los barcos en el horizonte, el azul del cielo, todo invita al relax…y a tan sólo unas paradas del metro!

sábado, 7 de agosto de 2010

Principio y final del laberinto

El pasado domingo fuí a la exposición que hay en el CCCB, sobre los laberintos. La expo no defrauda, como muchas de las que hace este centro (eso sí, muy de la Barcelona cool que exportamos) y hace un recorrido de los laberintos a lo largo de la historia, desde
el mito del Minotauro, hasta las creaciones laberínticas actuales, pasando por los que se pueden encontrar en la Catedral d'Amiens, de Chartres y de Reims, todas ellas en Francia. Se expone la fascinación que desde siempre ha ejercido el laberinto en el ser humano y como el aparente caos remite, en realidad, a un orden. El origen y el final, es el mismo y sólo hay que dejarse guiar por la intuición, aunque eso suponga tener que retroceder más de una vez, para poder llegar al final.