Ayer chateaba con un amigo que, como muchos, se fue a trabajar fuera de nuestras
fronteras, en busca de oportunidades hace ya casi 3 años. Precisamente ayer estaba en un momento de bajón. A pesar de tener un trabajo acorde con sus estudios, que le gusta (que le deja solo un día de fiesta semanal, eso sí) que le está suponiendo una experiencia vital más que recomendable y haber encontrado allí a una
persona con la que se plantea formar una familia, no todo es tan idílico como pudiera parecer. Cada vez le cuesta más lo de estar lejos de sus amigos y la familia, a su novia no le han renovado en el trabajo, el mal tiempo le puede (y creedme que hay gente más sensible a eso y que él lo sufre), por no hablar de las largas jornadas laborales. Así que se estan planteando cambiar de ciudad o país, ya que los dos tienen claro que no quieren quedarse a vivir allí.
Nuestra conversación me hizo pensar en las palabras de nuestra ministra de trabajo, Fátima Báñez sobre la "movilidad exterior". Que sí, que es muy enriquecedor adquirir experiencia fuera de tu país, saber desenvolverte en otra cultura, otro idioma y lo que haga falta. Y nadie dijo que fuera fácil. Pero no me neguéis que no es penoso que tanta gente tenga que dejar su país con todo lo que representa. Como el caso del joven periodista en paro, que canta su CV en el metro de Barcelona. Y luego el del mejor físico joven que se ha quedado sin beca en nuestro país, es incomprensible...
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