La obesidad es uno de los mayores retos de la sanidad pública del siglo XXI, según la OMS. Desde hace unos años, se nos va advirtiendo del aumento del sobrepeso y de la obesidad infantil, causado principalmente por una alimentación rica en grasas, así como una dieta pobre en fruta y vegetales y la falta de actividad física.Por sobrepeso se considera el hecho de tener un IMC, índice de masa corporal, igual o superior a 25 y la obesidad, un índice igual o superior a 30. El IMC se calcula así: IMC = peso (Kg)/altura²(m²). No obstante, este sirve sólo para adultos.
Los diferentes cambios que ha habido en la sociedad en los últimos 30 años, siendo uno la incorporación de la mujer al mercado de trabajo (trabajar fuera de casa, se entiende), son un factor importante para entender como han influido en la manera de comer y en la propia elaboración de la comida. Antes, no había tanta necesidad de comidas preparadas, ni había la sobreproducción que hay ahora, de todo tipo productos hechos con grasas saturadas o hidrogenadas, también conocidas como grasas trans. Muchas veces por cansancio o por dejarse llevar por los caprichos de los niños, es más cómodo darles este tipo de productos, que algo más sano, como un bocadillo, una pieza de fruta o un plato de verduras para cenar.
Lo que es preocupante es que ya desde pequeños cojan hábitos alimentarios que no son saludables y que, si no se corrigen a tiempo, pueden dar problemas a corto plazo. Muchos padres piensan que, cuando los niños sean mayores, ya cambiaran y decidirán si quieren comer saludablemente y creo que muestra cierta miopía, pues los hábitos se han de fomentar desde que los niños son pequeños. En este sentido, es bueno que los padres den ejemplo, con lo que ellos mismos comen, pues los niños aprenden más con lo que ven, que sólo con lo que se dice que “se ha de hacer”.
La otra gran cuestión es la falta de ejercicio físico o el sedentarismo, muy relacionado con los nuevos hábitos de ocio, más bien pasivos, y con las nuevas tecnologías; las consolas, internet, la televisión. Éstos, no es que sean malos en sí, si no que es el abuso, el hecho de que sacan mucho tiempo para hacer actividades más activas, especialmente deporte.
Los diferentes cambios que ha habido en la sociedad en los últimos 30 años, siendo uno la incorporación de la mujer al mercado de trabajo (trabajar fuera de casa, se entiende), son un factor importante para entender como han influido en la manera de comer y en la propia elaboración de la comida. Antes, no había tanta necesidad de comidas preparadas, ni había la sobreproducción que hay ahora, de todo tipo productos hechos con grasas saturadas o hidrogenadas, también conocidas como grasas trans. Muchas veces por cansancio o por dejarse llevar por los caprichos de los niños, es más cómodo darles este tipo de productos, que algo más sano, como un bocadillo, una pieza de fruta o un plato de verduras para cenar.
Lo que es preocupante es que ya desde pequeños cojan hábitos alimentarios que no son saludables y que, si no se corrigen a tiempo, pueden dar problemas a corto plazo. Muchos padres piensan que, cuando los niños sean mayores, ya cambiaran y decidirán si quieren comer saludablemente y creo que muestra cierta miopía, pues los hábitos se han de fomentar desde que los niños son pequeños. En este sentido, es bueno que los padres den ejemplo, con lo que ellos mismos comen, pues los niños aprenden más con lo que ven, que sólo con lo que se dice que “se ha de hacer”.
La otra gran cuestión es la falta de ejercicio físico o el sedentarismo, muy relacionado con los nuevos hábitos de ocio, más bien pasivos, y con las nuevas tecnologías; las consolas, internet, la televisión. Éstos, no es que sean malos en sí, si no que es el abuso, el hecho de que sacan mucho tiempo para hacer actividades más activas, especialmente deporte.
Para saber más sobre la obesidad: http://www.who.int/topics/obesity/en/
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