Ahora que ya ha llegado el buen tiempo y con él, el calorcito del verano, muchas empresas hacen jornada intensiva, normalmente de 8 a 3. Las razones son el fuerte calor que hace durante los meses de verano, que deja medio atontado y tener más tiempo para la conciliación de la vida laboral y familiar. Por el tema del calor, me parece perfecto, a pesar de que no todos tienen la suerte de poder acogerse a este horario. Por otro lado, el poder disponer de más tiempo para dedicarlo a uno mismo o a los demás, en especial a la familia, también es un acierto. No obstante, esta pretendida jornada intensiva, se convierte muchas veces en una “jornada extensiva”.
Barriendo para casa, pondré el ejemplo de una mujer: trabaja de 8 a 3; come en casa y puede ser que tenga tiempo para ir al gimnasio antes de recoger a los niños del colegio; los lleva al parque, van a casa y deberes, duchas, cenar y un cuento antes de ir a dormir; si tiene suerte, y espero que así sea, el marido ha llegado a tiempo para hacer conjuntamente todo esto (qué sueño mucho? Ya lo sé.). Si no es así, su pretendida jornada intensiva se ha convertido en un aliado más de la esclavitud de la mujer-trabajadora-madre. Sin mucho tiempo para ella misma y cuidando de la familia porque todavía estamos en una cultura en la que el peso mayoritario recae en la mujer. A pesar de esto, los de mi generación, ya estando cambiando, gracias a Dios, este modelo familiar con todo lo que esto comporta y les tareas, tanto a la hora de cuidar a los niños como la de la casa, se comparte más. Como ha de ser, vaya.
Yo misma, hace unos años, tenia jornada intensiva durante todo el año, que pronto se convirtió en extensiva. Trabajaba, iba a la facultad hasta las 10 y había días que tenia clases de inglés en medio. Al llegar a casa, todavía tenía que conectarme a internet para cursar una asignatura que hacía para sacarme créditos de Libre Elección. Y clases de pintura, porque quería hacer un hobby “fuera de casa”. Y esto sí, mantener una adecuada vida social y tiempo para estudiar y para una misma. Bien, no me podía quejar. Hacía lo que quería y disponía de todo el tiempo para hacerlo.
Barriendo para casa, pondré el ejemplo de una mujer: trabaja de 8 a 3; come en casa y puede ser que tenga tiempo para ir al gimnasio antes de recoger a los niños del colegio; los lleva al parque, van a casa y deberes, duchas, cenar y un cuento antes de ir a dormir; si tiene suerte, y espero que así sea, el marido ha llegado a tiempo para hacer conjuntamente todo esto (qué sueño mucho? Ya lo sé.). Si no es así, su pretendida jornada intensiva se ha convertido en un aliado más de la esclavitud de la mujer-trabajadora-madre. Sin mucho tiempo para ella misma y cuidando de la familia porque todavía estamos en una cultura en la que el peso mayoritario recae en la mujer. A pesar de esto, los de mi generación, ya estando cambiando, gracias a Dios, este modelo familiar con todo lo que esto comporta y les tareas, tanto a la hora de cuidar a los niños como la de la casa, se comparte más. Como ha de ser, vaya.
Yo misma, hace unos años, tenia jornada intensiva durante todo el año, que pronto se convirtió en extensiva. Trabajaba, iba a la facultad hasta las 10 y había días que tenia clases de inglés en medio. Al llegar a casa, todavía tenía que conectarme a internet para cursar una asignatura que hacía para sacarme créditos de Libre Elección. Y clases de pintura, porque quería hacer un hobby “fuera de casa”. Y esto sí, mantener una adecuada vida social y tiempo para estudiar y para una misma. Bien, no me podía quejar. Hacía lo que quería y disponía de todo el tiempo para hacerlo.
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