Hoy que se ha inaugurado Construmat, me acuerdo de cuando trabajé como azafata en la Fira de Barcelona. A pesar de que trabajé en diversas ferias, recuerdo especialmente la Fira Alimentaria, por el caos, las anécdotas y la cantidad de gente de alrededor del mundo, que vinieron. El primer día, estaba sentada enfrente de la puerta de entrada a las taquillas, con lo que, el alud de gente que se me “tiró” encima con tal de conseguir la acreditación, me recordó cuando abren las puertas de unos grandes almacenes en rebajas. Todo el mundo queria ser el primero!. Tenias que preguntar el nombre de la persona y el nombre de la empresa, ponerlo en el ordenador, darle a“imprimir" y dar la corresponente acreditación. Hasta aquí bien. El problema venía con los nombres complicados, como los rusos, que no habia manera de entenderlos (no todos hablaban inglés con tal de poder deletrearlos), y a pesar de que ponia mucha voluntad, algunos me lo hicieron repetir, hasta tres veces!!. Pero bueno, los entiendo, a mi tampoco me gusta que escriban mal mis apellidos. Haciendo un poco de sociologia de estar por casa, diria que los más educados eran los británicos y los alemanes y los que menos , pues los del chiringuito tipo, “Casa la Juani” de estas localidades de la Costa Brava que los catalanes no pisamos por si acaso.
A la hora de comer, dábamos vueltas por la Fira, y si eras lo bastante espabilado, no hacia falta que te gastases un euro, ya que en cada stand, podias encontrar la más variada oferta de comida. Pero la mayoria era comida capricho, y todo cansa. Era una pasada ver como los jubilados, llenaban bolsas con la excusa de que era “pa’ la merienda del niño”. De hecho, muchos pagaban la carísima entrada sólo para ponerse las botas. Recuerdo uno, que vino el último día y que quería entrar gratis. Como no era posible, nos amenazó, con gritos que se podian oir por toda el recinto, con escribir una carta a Aznar (todavía era presidente) y a llegar incluso al Rey (ep!) para quejarse de las ayudas (en este caso, no-ayudas) que se daban a los jubilados. “Qué Estado del bienestar es este”, gritaba.Pero lo más lamentable, fue ver como el último día por la tarda, la gente arrasó con todo, parecía que hubieses pasado un huracán!. Había que, incluso, se llevaban las plantas y la estanterias de metacrilato de los stands. Qué bonita imagen para los que venian a hacer negocios...a pesar de que éstos, a esas horas, ya debian estar en alguno de aquellos locales que les ofrecían a la salida de la Fira...A mi, qué quereis que os diga tanto despilfarro de comida, me daba pena. Mientras unos se mueren de hombre, otros se mueren por comer demasiado.
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