sábado, 26 de mayo de 2007

Amor, amistad y semillas

En la vida hay muchas cosas que he aprendido a base de equivocarme o de experimentar momentos de felicidad. Una de estas cosas es todo el apasionante mundo de la amistad y el amor, entendiendo este último como amor de pareja, pues la amistad también es amor. Después de darle muchas vueltas, y como amante de la concreción y las metáforas, llegué a la conclusión de que el amor y la amistad son parecidas a una planta.
Vamos a ver. La maceta es la manera como hemos conocido a la persona y puede haber tantas como macetas. Diferentes colores, formas, materiales, etc. Tantas como personas.
Como en casi todo, y si hablamos de personas seria todo, lo que importa es el interior de la maceta, lo que contiene. Así, que vayamos a la tierra. Esta contiene la semilla que ha de ir creciendo. Son los cimientos y ya sabemos lo importantes que son estos para que todo lo otro funcione. La tierra, para que crezca la planta, necesita tiempo, paciencia, dedicación, conocimiento, afecto, comprensión, etc. Ah! y agua y luz, en su justa medida, con tal de no ahogarla. Que tenga flores dependerá de la semilla que se haya plantado, a pesar de que lo que es importante es que crezca sana con hojas verdes.
Pero, ay, qué delicadas pueden llegar a ser las plantas!. Hasta la que parece más robusta y agradecida con poquito, se nos puede marchitar. Y tendremos que averiguar las causas que ha llevado a esto y ver si le hemos de sacar las hojas secas, si le falta agua, etc., con tal de que la planta reviva. Y después, siempre nos podemos encontrar unos pequeños insectos que le molestan y que tendremos que sacar como sea, antes de que acaben con ella.
También hay temporadas en las que no salen las flores y las hojas no son tan verdes y es que hasta las plantas tienen su ritmo.
Por último, seria bueno poner abono de vez en cuando, como fórmula para que todo continúe yendo bien. Y claro, cada uno conoce la suya y hay tantas como plantas tengamos.
Yo tengo un alegre jardín, donde hay de todo. Y también tengo la inmensa fortuna de saber que, a pesar de que no sea fácil saber porqué a veces me pueda marchitar, hay la habilidad para sacarme las hojas secas sin preguntar mucho.

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