Cuando era pequeña, pasaba el verano en dos sitios completamente diferentes. La mitad, en tierras de Lérida, enmedio de una paisaje árido, donde no llovia. Ahora bien, cuando lo hacía, las tormentas se hacían notar. La otra mitad, en un pueblo de Osona, en un paisaje verde y donde las lluvias, sobretodo las tormentas de verano por la tarde, eran habituales. Dicen que el verde es el color de la esperanza. Y que es necesario "ver verde" por los efectos beneficiosos que éste tiene. Desde pequeña, pude observar los matices que éste tenia. Y no me refiero sólo al color, sino a la esperanza. El paisaje árido, me recordaba que habría otro más esperanzador, tarde o temprano. Y el más verde y fresco, que no siempre tendría que ser así. Igualmente ahora, sigo con esta escala de emociones.
Cada día, desde hace casi 6 meses, cuando voy hacia el trabajo a Valldoreix, el paisaje que veo desde los ferrocarriles, esta igualmente lleno de matices. A medida que ha ido cambiando el paisaje, este ofrece tonos desde el verde más oscuro, casi negro, hasta el verde más luminoso, casi amarillo. De la misma manera, el día precede a la noche. O por lo menos, después de una negra noche vuelve a levantarse el dia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario!