Acabo agotada y me tumbo en la cama. Música suave al fondo, luces tenues de alegres colores. Me siento como esas luces del fondo, iluminan, hacen un entorno bonito acogedor cálido. Acompañan sin estridencias. Saben de mis más profundas penas o de mis alegrias. Y como ellas, siempre estoy ahí. Quizá ese es el problema, siempre estoy ahí. Y necesito no ser siempre yo la que esté ahí para todos.
O al menos, me siento así.
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