Me despierto a las 6.20 por el ruido de los vecinos. Intento seguir durmiendo hasta las 8 que es mi hora habitual para despertarme, pero ya no puedo, así que como considero que ya he descansado suficiente, me levanto. Cierro el balcón y noto que hace más frío que ayer. Miro por la ventana y veo que por lo único que merecería la pena abrir los ojos a estas horas, sería para ver este espectáculo del juego de luces que se van dando, en el horizonte. Me fascina esa gama cromática tan armoniosa y me digo que ni tan siquiera el ojo humano, con sus imperfecciones dentro de esa máquina perfecta, es capaz de captar esos instantes de belleza cambiante.
Y aunque a lo largo del día el sol no siempre luce, me fijo en que en los días fríos, hay cielos claros.
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