Me paro a observarlos un rato cada día, de camino a casa de mi hermana. Ahí estan, sintiéndose tan grandes como esos héroes futbolísticos que admiran, tan pequeños como dejan adivinar sus diminutas piernas, vistiendo la camiseta de su equipo favorito. Siguiendo las instrucciones del paciente monitor, mientras cantan, con un entusiasmo contagioso, los goles con un 'Has visto, qué golazo!'
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