La luz, la luz en todas sus manifestaciones, la luz natural, la luz como fuente de calor, la luz que desprendemos, la luz como metáfora.
El amor, el amor por los míos, por lo que hago. El AMOR en mayúsculas y llegar a sentir que he creado un espacio en común mejor que el individual.
El lenguaje, lo que creamos con él, las palabras, lo que decimos y qué queremos decir con ellas. Las que acarician, las que reconfortan. Las que pueden llegar a herir.
El conocimiento, lo que puedo saber, lo que me cuentan, lo que busco y encuentro, lo que no se ve. Lo que puedo transmitir y saber que llega y permanece. La curiosidad que no se ha de perder nunca.
La creatividad, en todas su facetas, la que sirve para divertir, para enseñar otros mundos, para evadirse, la que es capaz de transmitir armonia y tranquilidad. O lo más desgarrador de la condición humana.
El humor, tomando una ración diaria, como tabla a la que subirse para navegar en las tormentas de la vida.
El aire, sentir el aire fresco fuera, sentirlo leve y suave dejando que se cuele por la habitación.
Escribir. Escribir sobre todo esto. Escribir por encima de todo.
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