Esta mañana he estado un rato en mi terraza favorita en Rambla Cataluña. Podría haber ido a la biblioteca para seguir estudiando inglés para el examen que tendré dentro de diez días. Sin embargo, prefería estar al aire libre, aunque fuera estudiando, así que he cambiado los planes iniciales. Cuando he llegado, he visto una mesa en un tranquilo rincón, que parecía esperarme, y me he sentado dispuesta a repasar. Me he fijado que en la mesa de al lado había tres hombres, en sus 70, que tenían una animada conversación. A medida que pasaba el tiempo y dada la proximidad de su mesa, no he podido evitar ir dejando los phrasal verbs y centrar mi atención en lo que decían. Pero qué conversaciones más interesantes! Estos tres hombres eran de una intelectualidad tal, que por momentos he querido incluirme, aunque fuera para plantear cuestiones y continuar con este o aquel tema. Por un momento, me han recordado las reuniones que tenía mi padre en el salón de casa, con amigos de todo tipo, hablando de religión, política, arte y con los que parecía que iba a arreglar el mundo.
Disimulando, he seguido más pendiente de lo que decían que de los ejercicios. Sé que no está bien hacer algo así, si bien tampoco escribiré nada relevante aquí. De todos modos, si consideraran que hablaban de algún 'secreto de Estado', no hubieran escogido una terraza como aquella.
Los tres han sido o todavía son, importantes intelectuales de este país. Uno de ellos está preparando un artículo, así como estudiando un tema de carácter internacional, en profundidad, animado y con las aportaciones de sus dos amigos. Iban repasando, encadenando un tema tras otro, cuestiones desde lo más global hasta llegar a su localidad de veraneo, llena de 'manadas de gente', sin ser ellos conscientes, que sus aportaciones han sido de gran valía para la chica que tenían sentada a su lado y que parecía tan concentrada en su libro...
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