A veces, es mucho mejor quererse desde el punto de vista de la autocompasión que no desde una elevada autoestima, en el sentido más negativo que ésta puede suponer (creerse mejor que los demás, narcisismo, ensimismamiento, etc). Según la investigadora Kristin Neff del grupo de investigación Greater Good Science Center, en el que podéis econtrar artículos muy útiles, el hecho de autocriticarse no sólo no nos hace mejor ni da ningún resultado beneficioso. Al contrario, esa sensación de ser insuficiente, esta inseguridad y frustración se puede sacar fuera de la manera menos adecuada, haciendo que lo paguen los que tenemos más cerca. Ella propone la autocompasión y los tres elementos que la componen, en cuyo video 'The three componets of Self-compassion' lo explica: Ser amable con uno mismo, siendo suave y comprensivo en vez de juzgarse de manera dura y devastadora. El reconocimiento de nuestra humanidad en común, sintiéndonos conectados con los demás en la experiencia de la vida, en vez de sentirnos aislados y alienados por nuestro sufrimiento. Y por último, el mindfulness, con una conciencia del autoconocimiento equilibrada, en vez de ignorar nuestro dolor o exagerarlo.
Así, a diferencia de la autoestima exagerada, los buenos sentimientos de la autocompasión no dependen de ser o sentirse especial a la media, la comparación sin fin o en el desempeño de metas ideales. Proviene de cuidar de nosotros mismos, reconociendo que somos magníficos no importa lo frágil e imperfectos que seamos.
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