Una mirada diferente, puede ser interesante, o estresante, según se mire (y nunca mejor dicho). El caso es que hay muchas maneres de mirar el mundo y puede haber tantas como ojos haya. Si dicen que somos 6.5 billones de habitantes en el mundo y cada uno de nosostros tenemos nuestra propia visión del mundo (incluso los ciegos la tienen, por supuesto) ir haciendo cálculos. Todos tenemos nuestra propia visión de las cosas y por gracia o por desgracia, no siempre es compartida con los que tenemos al lado. Así, cada uno tiene su propia realidad y si lo hacemos extensivo a nivel macro, cada grupo, pueblo, país, cultura tiene la suya y dentro de estos, hay infinitas realidades. Tantas como ojos haya.
Y dentro de cada par de ojos, puede haber diferencias entre ellos, de color, morfologia, agudeza visual y expresión. Y es esta diferencia la que hace interesante una mirada, la que da esta capacidad de poder tener diferentes visiones a la vez, de diferentes realidades. Diferentes visiones dentro de uno mismo. Y la capacidad para poder gestionar el hecho de tener dos ojos y dos miradas, y saber encontrar un punto intermedio con tal de que las diferentes realidades se hagan comprensibles. Y si se da el caso, creativas.
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