sábado, 17 de julio de 2010

Vasos comunicantes: emoción y razón

El resultado de todo eso- aunque pueda parecer que me ha venido de repente, fruto de la inspiración divina o de un momento de paranoia- se ha sido gestando durante un largo periodo de tiempo. De manera inconsciente, eso sí. Dejando que las palabras, las sensaciones, las emociones, hayan ido entretejiendo un mundo accesible y comprensible para lo que representa.
Un día de hace unas cuantas semanas me despierto y me viene esta imagen a la cabeza. La emoción y la razón se encuentran en estado de equilibrio. Un equilibrio perfecto, frágil, voluble, deseable. Ninguno de los dos se encuentra más arriba o más abajo que el otro. Ninguno de los dos? No, no es exactamente así. A lo largo del día,de los meses, del año.... durante toda mi vida, las emociones me embargan, me llenan, me ahogan incluso. Me llevan a las más profundas tristezas. A las más exaltadas alegrías. A los rincones inimaginables de mi imaginación. Y pasa el tiempo, no sé cuánto. Antes podían ser días enteros, dejando que alguna fisura dejara entrever que el líquido se escapaba. Y después, vuelve la calma, el equilibrio. La parte de razón, necesaria y complementaria. La parte de razón que me sosega los sentidos, se fusiona con la parte emocional. Y vuelvo al punto de equilibrio inicial. Hasta la próxima. Hasta que necesite la parte de razón que alimenta la emoción y la parte de emoción que alimenta la razón. Y así, en un perfecto equilibrio, voy creando un mundo emocionalmente comprensible para mí.

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