lunes, 19 de octubre de 2015

Ser amable no cuesta nada y trae muchos beneficios

Fuente: Moonarea.net
La amabilidad mueve el mundo, ya os lo decía hace un tiempo... Y sigo pensando, que son los pequeños gestos, los que hacen que nuestra existencia, sea un poco más apacible, más amable. Es algo que intento mostrar siempre que puedo y que aprecio en los demás.
Ayer sábado, sin ir más lejos, fuí al Museu d'Història de Catalunya para ver la exposición 'Fugint de  l'Holocaust' dado que se acababa hoy domingo. Al llegar, le comenté al vendedor de entradas, que había visto en la web que para los desempleados, la entrada era gratuita. (Si bien es cierto que ahora doy clases particulares de español a niños, mi economía es como el tiempo de entretiempo, muy variable). Al pedirme algún papel que lo acreditara, revolviendo el bolso, me di cuenta de que, en cambiarme este y coger un pequeño monedero en vez de la cartera, no lo llevaba. Enseguida y con una gran sonrisa, me dijo que no me preocupara, que ya me creía y que me hacía el ticket gratuito. A pesar de la crudeza de la exposición, salí contenta por la compasión de aquel hombre. 

 En verano, tenía que hacerme una radiografía de los pies para averiguar qué me pasaba. El médico se equivocó y sólo pidió hacerla completa en un pie (precisamente en el que tenía menos dolor). Cuando llegué a la sala de rayos X, el auxiliar de radiología me preguntó que qué me pasaba. Se lo expliqué y le dejé caer que si me la hacía de los dos pies, ya estaría y no tendría que pasar por todo el proceso de nuevo. Me dijo que los protocolos eran muy estrictos y que no se podían saltar por nada del mundo. Después de hacerme la radiografía en un pie, vino, muy amable y me dijo '¡Venga! te haré también el otro para que no tengas que volver y ya diré que fui yo el que me equivoqué en el papel'. Creo que el resto de ese día no me dolieron nada...

 Otra anécdota de este verano pasado. Tuve que hacer una gincama muy divertida, en uno de los días más calurosos que tuvimos. Estaba dispuesta a pasar la tarde escribiendo en el Buenas Migas de Jardinets, cuando me llama una amiga por si podía hacerle un favor. Me cuenta que se van de viaje con el marido y sus dos hijos, a Cerdeña, que se han dejado el carnét de conducir en casa y que estan de camino hacia Girona para coger el avión. Tenía que ir a casa de su hermana, a 30 minutos de donde estaba, coger el carnet y hacerselo llegar, aunque no sabían cómo. Subida ya en el metro en dirección hacia la Estación de Sants y después de muchas llamadas, me dice que vaya a la estación del Norte y que se lo dé a un conductor de autobús. A todo esto, yo corriendo arriba y abajo en el metro por si no llegaba a tiempo. Llego a la estación del Nord, compro un sobre, meto dentro el carnét y a esperar al autobús que va hacia el aeropuerto. Después de un susto al ver marchar uno y pensar que había perdido el último dentro de ese horario, veo llegar otro, EL bus! Viendo que el conductor era un poco reacio a llevar nada y que iba a lo suyo, muy decidida, le digo que por favor, él sólo tiene que dar ese sobre a unas personas que le esperarán en llegar. Que estaba salvando las vacaciones a una família! Mi sonrisa de satisfacción cuando recibí un audio de whatsapp con unos gritos de alegría de los cuatro, junto con una foto, no tiene precio. (También su detalle en forma de pulseritas y un lápiz para mi colección).

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