Guante de hielo, Barceloneta. Imagen: Creación propia |
Ayer experimenté lo que podría ser la Ley de Murphy de las vacaciones (si existe). Bajé un momento a la playa, para pasear por la playa, sentir los beneficios del agua de mar y relajarme. Todo
iba bien, el mar tenía un color muy bonito- cosa extraña en la
Barceloneta- el aire era agradable y el contacto del mar en mis
extremidades inferiores, era la mejor de las medicinas. Al
llegar a la parte del hotel Vela me senté en una roca para relajarme
mientras contemplaba el mar, sentía las olas en las piernas y dejaba que
me mojaran un poco. Cuando
me dirigía hacia el punto de partida, siempre caminando por la orilla del mar,
de repente sentí que algo pesado me golpeó la nariz. En
cuestión de segundos, se mezclaron en mi cabeza las siguientes ideas:
la nariz o algún diente roto, sangre saliendo de alguna de las
anteriores partes de mi rostro, montar un espectáculo de dolor. Mi
instinto fue tocarme la nariz y los dientes para comprobar si había
sangre y mojármela mientras oíaa como uno de los niños que jugaban
a palas, le decía al otro "Le has hecho daño!" (Quiero
creer que sus padres estaban distraídos) Sentía una mezcla de dolor,
ganas de llorar y un sentimiento de qué pasa aquí que ni siquiera se
acercan a ver las consecuencias de jugar a palas con una pelota tan
dura. Así que, seguí caminando hasta que no pude más y me senté para llorar, mientras notaba que la nariz me hacía cada vez más daño. Me llegué hasta la Cruz Roja para que me dieran hielo, en este simpático formato (ver foto). Por suerte no ha sido nada, aunque tengo dolorida la columela, si bien tuve suerte de que no me rompiera ningún diente ni la nariz. Y si queréis la versión Premium de esta historia veraniega, clicar aquí. Gran Ben Stiller!
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