Estos días tengo la cabeza algo embotada. Las largas jornadas de trabajo (una juguetería por Navidad, es algo gratificamente y agotador a la vez) no me dejan apenas tiempo de pararme a pensar para tomar una desición. Una decisión a nivel laboral, que si bien supondria cambiar totalmente mi entorno y una verdadera experiencia- no tanto por el trabajo en sí, sino por el (lejano) país- hace que me esté planteando los pros y contras. Cuando se ha de decidir, suele ser entre A o B (a veces hay C, que incluso ayuda a discriminar, aunque no es el caso) y como todavía no tengo la opción B ni apenas tiempo para buscarla, mi cabeza va entre A o quedarme aquí y esperar que salga B o coger A y no pensarlo más. O buscar intensamente B, tener suerte y encontrarlo rápido...
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