A quién no le gusta besar y ser besado!!
Esta obra de Gustav Klimt siempre me ha fascinado por todo lo que transmite, lo que deja intuir... Cuando la pude contemplar, a través de un grueso cristal, en el Palacio del Belvedere en Viena, había un guardia de seguridad al lado, apuntando vete a saber qué, en una libretita. Tal vez las reacciones de los visitantes al verlo por primera vez!
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