Incluso cuando inconscientemente consciente, evito que se pueda leer en mi mirada, cómo me siento. En muchas ocasiones. Como cuando, como cada mañana me dan los buenos días y me preguntan cómo estoy. Y así, pasa la mañana, el día siguiente o hasta que mi mirada quiere ( y en esto puede ser caprichosa) encontrar la mirada del otro y dejar que aquella hable
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