jueves, 24 de marzo de 2016

Releer lo escrito

Esta tarde he estado recopilando algunos post relacionados con un hecho bastante triste, del que he aprendido muchísimo y me ha hecho la persona que soy ahora, que me pasó años ha*. Me ha ido bien para darme cuenta de lo terapéutico que es escribir todo aquello que nos pasa, igual que otros pintan o crean de otra manera, para plasmar el dolor. Y no solo eso, sino que escribir tiene la ventaja que releyendo con perspectiva, puedes darte cuenta de si has avanzado, cómo lo has hecho, si alguien te ha inspirado por el camino. Es como una obra de arte que requiere tiempo, mucha paciencia y sobretodo sabiduría. No es algo que una haga en una tarde, un año. Casi que se necesita una vida.
 Y como dijo Carl Gustav Jung 'Quién mira hacia fuera sueña. Quién mira hacia adentro, despierta'
*bastantes

sábado, 19 de marzo de 2016

Una imagen de ternura 7

Esta mañana he salido a hacer unos recados y me he encontrado una imagen que decía mucho del día de hoy, día del Padre. Un hombre y un niño, de unos 8 años, caminaban animadamente, a pesar de la lluvia del último día de invierno. El padre arrastraba un contrabajo, debidamente protegido, con la ayuda de un carrito. Se les veía contentos, charlando, ajenos al día gris que nos está acompañando en este sábado. Y de repente, ambos se han puesto a dar saltitos, al ritmo de una música que el padre tatareaba, en un imagen de complicidad padre e hijo que me ha emocionado. Me he imaginado que tal vez el padre había contagiado su pasión por la música al hijo, que ahora recibía clases. O tal vez, era el niño que había acompañado a su padre a un concierto, importante, en un día para compartir pequeñas cosas como esta.

domingo, 13 de marzo de 2016

Y luz, mucha luz

Sentada frente a un ventanal inmenso, de esos que van del techo al suelo, ese tipo de ventana que se puede encontrar en muchas casa de los países nórdicos y centroeuropeos, donde las horas de luz escasean, me dejo bañar por el calorcito del sol. La taza de café, que más bien parece un lavamanos como había antes en las mesas, me ha acompañado durante las casi dos horas que he estado aquí sentada. A pesar de tener la Diagonal como paisaje, apenas me he distraído, buscando, como estaba, un escrito de este blog para mandárselo (¡por fin!) al profesor del taller de novela que estoy haciendo. Es curioso, después de haber mantenido mi blog durante casi 9 años, ahora que tengo la oportunidad de que me corrijan lo que escribo, me ha cogido en el momento menos productivo. (Ahora mismo acaba de pasar un periodista de 8TV, cuyo nombre no me acuerdo, con un libro naranja, en la mano) Es verdad que estoy más ocupada que hace unos meses, aunque eso no me ha dejado, en otras épocas, escribir con regularidad. Más bien estoy volviendo a la escritura de mis pensamientos en el mismo instante en el que me vienen, de forma breve, intimista, en una pequeña libreta que llevo siempre conmigo (yo y mi colección de libretitas) y a dibujar, miniaturas. Los espacios grandes, excepto si están delimitados por una arquitectura o naturaleza que me inspire, y vacíos, hacen que me pierda, no solo en lo físico, también en lo emocional. Necesito delimitaciones, creadas o buscadas por mí. Así que, si me siento en la playa, dibujo los pintorescos edificios de la Barceloneta o el hotel Vela, al fondo. Las escaleras del Palau Robert o la casita en forma de seta con valla, un poco destartalada, que me gustaría construir para los muñequitos de mis sobrinas. Crear con objetos que voy guardando es otra de mis aficiones. Lo último, una casita-seta, hecha a partir de una botella de agua, cortada por la mitad, forrada con papel pinocho en verde y rojo. Con bolitas de algodón como nieve en el tejado rojo, una abertura en éste de la que sale una ramita con la cáscara de una bellota como chimenea y un par de ventanas. A cada lado de la puerta, dos ramitas pegadas a modo de colgador de los diminutos complementos en lana que les hice, un gorrito y una bufanda, tan difíciles de hacer en ganchillo que entiendo el precio de lo ‘hecho a mano’ de las miniaturas. Estoy pensando que quizá venga más a esta cafetería, a pesar de que el café es mejor en otra cadena a unos metros de aquí (no, no es esa americana que estáis pensando), ni que solo sea por lo que me ha inspirado. Ni que solo sea por la sensación de que puedes ver, sin ser demasiado visto. De la sensación de estar resguardada. De que el trasiego de la Diagonal ayuda a que las ideas fluyan, sin tener que sufrir el ruido del tráfico. Simplemente, un sofá de cuatro plazas solo para ti. Y luz, mucha luz.

martes, 1 de marzo de 2016

La pintura retrata el amor

Pigmalion y Galatea, Jean-Léon Gérome
Hace unos años hice una breve visita a unos amigos que vivían en Madrid. Entre uno de los museos que visité, el Museo Thyssen en el que había una exposición temporal de Jean-Léon Gérome. Me enamoré, y ahora mis motivos se confirman, de su obra Pigmalion y Galatea. Más tarde, y siguiendo con mi afición a los puzzles, hice El beso de Gustav Klimt cuyo original pude apreciar en Viena, un fío invierno antes de Navidad. No es de extrañar que sean las obras más votadas para representar el amor en el arte.