Hace tiempo que quería dejar para la posteridad (no sé muy bien donde va a quedar este blog, ni yo misma) mi homenaje a una persona que con el tiempo, me he dado cuenta lo importante que fue para mi. Como un día de estos hubiera cumplido años, que mejor ocasión, ya que ya no está fisicamente conmigo, hacerlo hoy. Era como mi abuelita, mi amiga, la que me enseñó tantas y tantas cosas, algunas palabras en francés, las largas conversaciones con sus historias sobre la guerra, sobre otros tiempos, el cariño hacia un pajarito que le alegraba las tardes, la diversión de los juegos de mesa, el placer del silencio y la lectura, las tardes de ver dibujitos, el pan con chocolate y todo eso que no se puede describir y que solo se resume en que si tuviera una hijita, llevaría su nombre. Mi refugio, el lugar físico y emocional en el que me sentía aceptada, querida y segura. Gracias allá donde estés, por tanto, por todo.
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