viernes, 13 de septiembre de 2013

La luz de septiembre

No sé cuantas veces he escrito por aquí, y por allá, sobre la luz, sobre esa maravilla sin la que no habría vida. Me fascina, me ha fascinado siempre y cada vez más. Necesito vivir con la luz del sol entrando por todas la ventanas, no puedo estar en un sitio mal iluminado, me gusta crear un ambiente acogedor colocando luces estrategicamente. La luz, en su sentido literal y el metafórico. Ay! cuando alguien nos ilumina, es difícil olvidar lo que permanece dentro nuestro.
Pues bien, hay dos meses en los que la luz es especialmente increíble, por lo menos por estas latitudes en las que podemos apreciar el paso de las estaciones. La luz del mes de junio y la del mes de septiembre, ambas tienen algo especial. Un matiz muy sutil que anuncia la llegada del verano y la llegada del otoño, respectivamente. Fijaros. No es tan brillante y aún y así tiene algo que la hace sumamente especial, fascinante. Que me obliga a contemplar cada atardecer, hipnotizándome.

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