A pesar de no ser muy partidaria de los diarios gratuitos, cada día un chico me lo ofrece, casi me lo coloca en las manos, a la entrada de los ferrocarriles. Echando un vistazo, se pueden sacar algunas conclusiones: que es un tipo de diario con más cantidad que calidad y con muy poco contenido: que el mundo está fatal (aunque esto es evidente) y que una puede llegar al trabajo de mala leche si continúa leyéndolos; que es mejor ponerse música tranquila y admirar los cambios que provoca en el paisaje, la primavera.
A pesar de ello, confieso que ya que a a las 8.30 de la mañana el ferrocarril está "a petar", la página que me queda a la vista, sin que tenga que pelearme con nadie para desplegarlo, es la contraportada, en la qual siempre hay una columna de opinión. Es quizá, lo único que se salva, y no siempre. Pero, el pasado día 9 de abril, leí este artículo que lleva por título "¿Eres interesante?" de Ángela Becerra, que me gustó bastante y que os adjunto.
“¿Eres interesante?
El amor propio nos fortifica; el interés que despertamos en los demás nos masajea.
El aislamiento temporal, buscado y pactado con la propia conciencia, acostumbra a ser buena fuente de energía porque ayuda a vernos solos frente a un espejo que potencia la propia imagen. Durante minutos, horas o días, bloqueamos ruidos, obligaciones y tensiones hasta conseguir escuchar, en un silencioso vuelo por nuestros rincones más profundos, los latidos de los más íntimos sentires.
Pero salvo estos paréntesis de reflexión, nuestra vida transcurre inmersa en esa corriente imparable, a veces remanso y a veces remolino, que es la relación con los demás.
Si la reflexión es reencuentro, la relación es interés. En libertad, sólo nos relacionamos con quienes nos interesan porque nos aportan algunas de las mil y una energías que necesitamos para alimentar de materia y sentir nuestras vidas: amor, energía, amistad, talento, seguridad, belleza, diversión...¡hay tantas!..y cada cual se sabe las suyas.
Y al igual que uno busca en otros, hay quienes prefieren nuestra relación porque creen que les aportamos aquello que no tienen y les sirve. Al final, todos somos coleccionistas de vida y momentos memorables. Intercambiamos nuestros cromos con los que más nos interesan de los demás. Cada vez que lo hacemos, tratamos de completar espacios vacíos de ese álbum intransferible llamado “Nuestra propia vida”. “
Ángela Becerra, ADN, 9 de abril de 2008
El amor propio nos fortifica; el interés que despertamos en los demás nos masajea.
El aislamiento temporal, buscado y pactado con la propia conciencia, acostumbra a ser buena fuente de energía porque ayuda a vernos solos frente a un espejo que potencia la propia imagen. Durante minutos, horas o días, bloqueamos ruidos, obligaciones y tensiones hasta conseguir escuchar, en un silencioso vuelo por nuestros rincones más profundos, los latidos de los más íntimos sentires.
Pero salvo estos paréntesis de reflexión, nuestra vida transcurre inmersa en esa corriente imparable, a veces remanso y a veces remolino, que es la relación con los demás.
Si la reflexión es reencuentro, la relación es interés. En libertad, sólo nos relacionamos con quienes nos interesan porque nos aportan algunas de las mil y una energías que necesitamos para alimentar de materia y sentir nuestras vidas: amor, energía, amistad, talento, seguridad, belleza, diversión...¡hay tantas!..y cada cual se sabe las suyas.
Y al igual que uno busca en otros, hay quienes prefieren nuestra relación porque creen que les aportamos aquello que no tienen y les sirve. Al final, todos somos coleccionistas de vida y momentos memorables. Intercambiamos nuestros cromos con los que más nos interesan de los demás. Cada vez que lo hacemos, tratamos de completar espacios vacíos de ese álbum intransferible llamado “Nuestra propia vida”. “
Ángela Becerra, ADN, 9 de abril de 2008