sábado, 11 de septiembre de 2010

No me quiere como me gustaría

Si hay una queja universal, y perdonad si soy demasiado atrevida, es que no nos quieren como nosotros querríamos. Podría hablar de amor en general, aunque me centraré en el amor de pareja, uno de los grandes ejes sobre el que gira la vida de la inmensa mayoría de los mortales.

Cuando alguien me explica sus historias amorosas y hay algo que no acaba de gustar, aparece a menudo la frase de "Si me quisiera, tendría que hacer... /de saber que... /de pensar que.../..." como si el otro fuera una especie de adivino de lo que necesita. Así, podemos caer en la trampa de pensar que, dado que el otro nos conoce, tendría que saber qué nos gusta y qué necesitamos, en todo momento. Quizás si no hacemos saber nuestras necesidades y deseos, el otro no lo podrá saber, por mucho que nos conozca, pues las personas evolucionan y las relaciones también. Se trata más bien, de no pensar tanto desde nuestro punto de vista -uno poco difícil lo sé- sino desde el punto de vista del otro. Es decir, que quizás para la otra no es tan importante lo que estamos esperando que haga o diga. Y quizás nosotros, tampoco estamos haciendo lo que el otro espera. Cada persona tiene su mundo particular y cuando dos personas deciden emprender un camino juntas por la vida, se juntan dos mundos particulares, con sus correspondientes historias vitales. Las necesidades intelectuales, emocionales y sexuales, son distintas para cada uno y llegar a un entendimiento mutuo, es la base de una relación satisfecha y feliz.
Con esto no estoy diciendo que no tengamos que esperar detalles por parte del otro, pues en mi opinión, las relaciones se alimentan de los pequeños detalles.

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