
Personalmente, me he dado cuenta de que no escribo igual si lo hago con el frío contacto de las teclas del ordenador y teniendo la pantalla delante, que con un papel y un bolígrafo o mi preciada Meisterstück. También aquí hay mucha psicología por medio o la meto yo gratuitamente. Cuando puedo sentir el papel y el suave deslizar de la pluma sobre el papel, las ideas son diferentes. Las emociones, los recuerdos, las sensaciones que me vienen no tienen nada que ver con lo que escribo tecleando. Además, no hay posibilidad de borrar lo que he escrito, con lo que, la escritura, es mucho más auténtica. Otra de las cosas que más me gusta de escribir a mano, es que puedo ver cómo cambia la letra, según si estoy más cansada, si escribo deprisa o si me entretengo y hago mi mejor caligrafía. También tiene, como no, un toque de romanticismo, ya que me imagino en los tiempos en los que no había más que la luz de las velas por toda iluminación.
Nuestra letra también nos delata y muestra cómo somos y es algo difícilmente, aunque no imposible, falsificable. En cada letra dejamos una huella imborrable. Es algo más personal, por eso gusta tanto recibir cartas y postales, a pesar de que ya no se envían tantas, ya que se han sustituidos por los e-mails, mucho más rápidos e instantáneos. Es por eso que así es cómo escribo mi diario personal, donde quedan mis más íntimos pensamientos, mis emociones más profundas y lo que no quiero compartir con nadie.
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