Que el hombre desde el principio de su existencia ha necesitado tener momentos de desenfreno, nos lo demuestran los diferentes documentos escritos o gráficos, que nos han llegado. Una de las maneras a través de las cuales lo ha conseguido, y que se mantiene todavía, es por la bebida. Y si digo beber, en este caso, me refiero a beber en exceso, a emborracharse. Ya no digo, ser un alcohólico, porque se considera una enfermedad, de graves consecuencias a nivel individual y social. El alcohol se puede considerar una “droga social”, y como tal droga, altera el organismo a nivel biológico y psicológico y su toxicidad depende de la dosis. Así, el problema viene cuando hay un consumo desmesurado de alcohol, con las consecuencias que tiene, a nivel individual (enfermedades, accidentes laborales y de tráfico) y a nivel colectivo (accidentes, violencia de género, disturbios, etc.) y los gastos en los sistemas sanitarios de los paises.Desde hace unos años, que se ha instaurado una nueva manera de beber, sobretodo entre la gente joven, el “binge drinking” o el “botellón”, que hace que muchos jóvenes empiecen a “beber por beber”, desde los 11 o 12 años. En este sentido, son los británicos los que más fama tienen de practicar el “binge drinking” (hecho que a pesar de que lo he intentado hablar con mis colegas ingleses , me han contestado “Bebo para divertirme”) y seguro que muchos os habéis cruzado con uno de estos grupos que se juntan en las Ramblas con unas jarras inmensas (ya se las cobran, ya) y dando una imagen patética de sí mismos. Pero gracias a Dios, no todos los británicos se comportan como hooligans.
Creo que es un tema preocupante y que haría falta más conciencia de la gravedad del problema, sobretodo para las nuevas generaciones, que repiten aquello de “bebo para divertirme” o “para desinhibirme”. Se tendría que ir a la raiz del problema, fomentar otro ocio más sano y estrategias para desarrollar habilidades sociales, en una etapa de la vida, ya de por si, compleja. Igualmente, se debería regular la publicidad ya que, a pesar de que la última palabra la tiene cadauno, algunos mensajes llegan con más facilidad, dependiendo de la sensiblidad.
Creo que es un tema preocupante y que haría falta más conciencia de la gravedad del problema, sobretodo para las nuevas generaciones, que repiten aquello de “bebo para divertirme” o “para desinhibirme”. Se tendría que ir a la raiz del problema, fomentar otro ocio más sano y estrategias para desarrollar habilidades sociales, en una etapa de la vida, ya de por si, compleja. Igualmente, se debería regular la publicidad ya que, a pesar de que la última palabra la tiene cadauno, algunos mensajes llegan con más facilidad, dependiendo de la sensiblidad.
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