martes, 21 de agosto de 2007

Mar adentro

He vuelto a la Costa Brava para pasar unos días fuera de la vida de ciudad. Lo que más me gusta de ir a los pueblos, más o menos turísticos, es perderme por las calles estrechas, hacer la ruta más allá de la calle mayor y del Paseo Marítimo. Descubrir una casa con encanto, una calle que me recuerda otros tiempos,...Desgraciadamente, la mayoría de los restaurantes que están en primera línea de mar y en los cuales puedes cenar contemplando el mar, son también, los que atentan contra el buen gusto. Y es que, a veces, si se busca algo especial uno ha de adentrarse mar adentro (en este caso, tierra adentro). No dejarse llevar por lo primero que ve y hacer un esfuerzo por encontrar la autenticidad del lugar que se visita.
La cita obligada de cada tarde, es el paseo por las calles centrales del pueblo, para comer un helado, tomar un café, comprar o mirar escaparates. En el fondo, el paseo no deja de ser un escaparate más dónde dejamos que nos miren y dónde también miramos. Me gusta mucho ir al puerto a ver los barcos de pescadores, con todas aquellas redes, que no se acaban nunca y me puedo pasar horas observándolos.
Otra cosa que no dejo de hacer nunca es ir al faro e imaginarme los barcos guiados por esta luz. Es un trabajo solitario y a la vez, reconocido. La simbología del faro y los barcos da para mucho. Uno puede perderse en tantos sentidos....

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