El pasado mes de junio escuché la entrevista que le hacían a Jordi Pujol con ocasión de su 80º cumpleaños. Explicaba, entre otros tantas cosas de su infancia, que le educaron en la "contención emocional" y que una de las frases que más escuchó fue "Nen, no ploris"! ("Niño, no llores!") Eso me hizo reflexionar sobre el hecho de tener que esconder las emociones. Quién más, quien menos, también ha oído en su infancia- y quizás también de adultos- esta frase. Y yo me digo, y por qué no llorar? Qué hay de malo en el hecho de mostrar que estamos tristes o felices, que tenemos algo dentro que nos hace estar así y que esta manera de expresarlo nos aligera (aunque recientes estudios de la Universidad de Florida y de Holanda han descubierto que no ayuda tanto).
Desde pequeños, nos han enseñado que llorar, sobre todo si estamos tristes, es un signo de debilidad (sobretodo para los hombres). Y así, crecemos pensando que tenemos que esconder nuestras emociones y que mostrarlas no es adecuado. Muchas veces, nos incomoda que alguien llore delante nuestro. No nos han educado para eso.
Aunque la educación en el control de las emociones es necesaria para vivir en sociedad, la educación emocional lo es igualmente e incluso, es deseable. Poder identificar nuestras propias emociones y saber por qué nos sentimos así, nos ayuda a saber vivir con éstas y solucionar los conflictos que podamos tener. Sin embargo, nos facilita poder conectar con los otros y mostrar empatía. Lo que ya no es tan saludable, es el hecho de no poder mostrarlas. De alguna manera se tienen que poder expresar, ya que si se quedan dentro, pueden ser fuente de ansiedad o enfermedades. Una de las maneras de canalizar las emociones, es a través del arte. Cuántos artistas no han hecho, sino, de su obra la plasmación de algo más profundo que la obra en sí. De una intensidad emocional que no pudieron o no quisieron, mostrado de otra manera. (Salvando las distancias con los grandes artistas- aunque quizás alguno de ellos lo será- cuando mis sobrinos me regalan un dibujo, siempre pienso que me quieren "decir" alguna cosa).
Yo soy partidaria- y siempre que tengo ocasión lo practico- de dejar que la gente llore, que se desahogue, pues uno se queda más relajado, se saca un peso de sobre. Y después, dejo que me expliquen por qué se sienten así.
Desde pequeños, nos han enseñado que llorar, sobre todo si estamos tristes, es un signo de debilidad (sobretodo para los hombres). Y así, crecemos pensando que tenemos que esconder nuestras emociones y que mostrarlas no es adecuado. Muchas veces, nos incomoda que alguien llore delante nuestro. No nos han educado para eso.
Aunque la educación en el control de las emociones es necesaria para vivir en sociedad, la educación emocional lo es igualmente e incluso, es deseable. Poder identificar nuestras propias emociones y saber por qué nos sentimos así, nos ayuda a saber vivir con éstas y solucionar los conflictos que podamos tener. Sin embargo, nos facilita poder conectar con los otros y mostrar empatía. Lo que ya no es tan saludable, es el hecho de no poder mostrarlas. De alguna manera se tienen que poder expresar, ya que si se quedan dentro, pueden ser fuente de ansiedad o enfermedades. Una de las maneras de canalizar las emociones, es a través del arte. Cuántos artistas no han hecho, sino, de su obra la plasmación de algo más profundo que la obra en sí. De una intensidad emocional que no pudieron o no quisieron, mostrado de otra manera. (Salvando las distancias con los grandes artistas- aunque quizás alguno de ellos lo será- cuando mis sobrinos me regalan un dibujo, siempre pienso que me quieren "decir" alguna cosa).
Yo soy partidaria- y siempre que tengo ocasión lo practico- de dejar que la gente llore, que se desahogue, pues uno se queda más relajado, se saca un peso de sobre. Y después, dejo que me expliquen por qué se sienten así.
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